Cuando Carlos Medina sintió ese ardor en el pecho se supo viejo y cansado. La sombra de su verdugo lo cubrió por completo segundos antes de que supiera que era el fin. Un silencioso fogonazo iluminó brevemente las dos caras enfrentadas; los azulejos multiplicaron la luz. Morir en el baño de un bar de mierda del puerto de Mar del Plata era una posibilidad. Pero, por supuesto, hubiese elegido otra manera.
*La foto es una imagen retocada del cortometraje "Blanco y Negro" que escribí y dirigí. En la misma puede verse a Coco Otero y a Ricardo Arriagada, quienes generosamente se prestaron a actuar.
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